jueves, 15 de agosto de 2013

Fluir

  Llegue al límite y sentí que tenía que sobreescribir mi historia, esa noche salí a un bar y conocí un tipo, comencé un nuevo flirteo, yo super entusiasmada, con mi nueva historia, y todas mis amigas dándome consejos para que me resulte con el galán, que no muestre la hilacha, que no lo lleve a mi casa, que ni pensar follar en la primera cita y así, por lo que en nuestra primera salida fue a tomar algo y nos comimos a besos, no lo traje a  mi casa (aunque ganas no me faltaban) pero el con la misma idea que yo, me llevo a la del, aun así no concretamos nada, solo una segunda cita.
 Después de eso, me dio rabia conmigo misma, porque yo no soy así, a mí me da lo mismo lo que piense el otro y respeto el pensamiento cartucho y conservador de algunas amigas, por lo que pido el  mismo respeto para el mío.



 Entiendo que haya quienes  buscan  una conexión cósmica toda su vida, y necesiten encontrar a su media naranja, sacrificando un buen tiempo por su afán de seguir en su búsqueda interminable de la perfección y recién ahí entregar su flor.

 Bueno hay otras como yo que nos conformamos con dejarnos llevar, con vivir el momento, con dejar que nuestro cuerpo, nuestras manos y nuestro sentido del gusto decidan si mereció la pena.
 El amor existe, al menos yo lo creo, pero no es para mí ese concepto absoluto que tienen muchos pero en el camino hacia él o ya en él o después de él hay vida más allá de ese órgano que bombea sangre.

 Aunque no todos lo comprendan, abandonarse a una mirada, a unos labios mojados de ron, a unas manos desconocidas, puede parecer frío pero  es exquisito, seríamos capaz de prometernos el Universo aunque 15 minutos después ni siquiera vayamos a llegar juntos a la parada del metro.

 En ocasiones, de esos ratos que empezaron como un mero desahogo, ha surgido una magia que quizá se pareciera mucho al amor, una especie de alma gemela con la que te conectan vivencias, sensaciones y sentimientos. Pero otras veces, el sexo se queda en eso, en el recuerdo de una intensa noche, en el olor a sexo en la habitación. Y no pasa nada. No hay de qué arrepentirse, si en la vida no siempre hay un final feliz. Pero siempre hay una trama interesante, una vivencia más, que no quede la frustración de lo que te quedaste con ganas de probar. Nada peor que anhelar lo que nunca has vivido.

Bueno yo soy promiscua (qué palabra más fea, suena como a delito, como a pecado de los que te lleva directa al infierno...) pero lo soy sobria y borracha. Lo soy cuando bebo y cuando no.

 En fin, que no sé dónde ha quedado el concepto del sexo que yo uso, que es follar porque te apetece, porque tú quieres, sin que nadie te "compre" con tragos, sin sentirte obligada sino porque el cuerpo te lo pide, porque tienes tantas o más ganas que él de probar, de sentir, lamer, gritar de gusto. Con un tipo que esté deseando darte placer, tanto como tú a él, que no use más armas para convencerte que su deseo y te haga vibrar. Y sobre todo, que a la mañana siguiente no mida tu promiscuidad sino que te eche un buen polvo mañanero. 

 Despues de los consejos al final seguí haciendo todo a mi estilo y  ahora no se en que estoy on este galán el tiempo  lo dirá, el problema es que soy impaciente y odio la espera, para que, considero que es sólo un retardo innecesario del placer, pero ya no depende de mi.

No hay comentarios: