jueves, 25 de julio de 2013

Dejar ir, es dejar llegar...

  Me encantaba el sexo con él, porque era eso, sexo, puro, salvaje, sexo en esencia. Y porque alcanzabamos ese perfecto equilibrio que se forma de la combinación de que me hacía sentirme putísima, el saber qué quiere el otro y de ese morbo y esa pasión que no he conocido en nadie más. Me encantaba ese instinto animal, me encantaba que con él, el sexo sea sexo, que sea una montaña rusa de placer, que no sea suave sino que sea impaciente, ansioso, como si no fuéramos capaces de saciar el deseo.

 Me encantaba que  me dedicara  horas que robaba siempre mirando el reloj, pero dándose el tiempo de provocarme esos orgasmos que me hacían perder la memoria. Hasta que se iba, siempre demasiado pronto. Siempre dejándome con ganas de más, hasta la nueva visita… Pero ahora fue distinto, se llegó al acuerdo de terminar todo, en realidad  me molestó algo y decidí cortar con todo, como lo tenía en mi mente, cerrar el capítulo  y contando toda la verdad.


  Esa semana corté con dos historias, el casero un día miércoles y el viernes con esa reaparición inesperada que me pone mal,  por lo que salí a celebrar mi nueva decisión, sin saber que estaba comenzando una nueva historia que me tiene perturbada pero contenta.

domingo, 7 de julio de 2013

Confundida

    Ya sé convirtió en algo de todas las semanas, hasta que en junio me fui de vacaciones, bastó que me desapareciera sólo 2 semanas para que tuviera llamadas perdidas, correos electrónicos y más llamadas, preguntando cuando volvía. Llegué un viernes y el lunes ya estaba metido aquí en mi casa, en mi cama, para querer verme también el martes… Ahora estoy desaparecida de nuevo pero esto es porque no tengo tiempo y además creo que es bueno empezar a hacernos la idea de terminar con esto.

   Me cuesta tomar esta distancia, porque me gusta dejarme llevar, saciarme de su piel, tocar lo que hoy, aquí y ahora me pertenece, calentarlo mucho a sabiendas de que mañana no existe en nuestro diccionario, entregarme a pesar de tengamos la fecha de caducidad tatuada en la mirada. Cada beso que le doy, cada roce de mi piel, cada gemido de mi garganta puedes estar seguro de que es único, es del, y sólo para él. Porque mañana seguiré mi camino y quizás nos volvamos a juntar o quizás yo encuentre el amor en el próximo camino al trabajo, pero vivamos el ahora, lo que tenemos al alcance de la mano, olvidémonos de qué vendrá, porque ahora mismo sólo existe lo que estamos viviendo que es exquisito… Hasta aquí ignoraba que una violenta tempestad, un huracán con otro nombre, estaba por azotarme.