Me quede pensando en quien se come la presa, al verlo en mi caso especifico agradezco el hecho de que las mujeres podemos fingir todo y es lo que me esta ocurriendo… apretó play
Cuando nos conocimos me gusto enseguida y empezamos a coquetearnos, pero descubrí que estábamos hechos del mismo material. Él era un perro y yo andaba por los mismos pasos. Un día habíamos tomado mucho y nos empezamos a besar apasionadamente, desde ese día que tiramos con una pasión animal, donde nos medimos, provocamos, mirando quién bajaba la cabeza primero. Parecemos dos gallos de pelea hiriéndonos, a espuelazo limpio y esto se fue potenciando cuando me entere que el concha de su madre quiere follarse a otra señorita y me lo reconoce.
Honestamente, es que me he vuelto una psicópata, si es que por ello se entiende aquella persona que no siente, que miente, que finge ser normal y con sentimientos amables hacia el otro. Todas capacidades que tengo absolutamente bloqueadas para con el hombre en cuestión, pero lo más extraño de todo es que lo que no se me ha bloqueado es la calentura, más bien me aumentó, pero en una tecla asociada a la rabia, a la venganza… Me subo a cabalgarlo y quiero romperlo, algo mucho menor de lo que querría.
Lo culeo como perro para luego botarlo como harapo, donde mi siento marcandolo, pero lo que más me da placer es mentirle. Ahí está mi mayor satisfacción, hacerle creer que todo sigue igual, que me gusta como siempre, que le creo, que confío en él, que estoy rendida, caliente, indefensa y entregada.
Sé que hasta ahora no ha notado mi violencia ni mi asco ni mi rabia, y es porque es un imbécil y un sobrado.
Pero no voy a ceder… No por ahora. Primero porque me lo quiero seguir culiando –la verdad necesito seguir comiéndomelo- y segundo, porque quiero salir ganando. No sé muy bien qué es salir ganando, la verdad…Pero al menos quiero seguir sintiendo que yo tengo el poder.