domingo, 12 de abril de 2009

Llegan los fines de semana y me da por la bota, por el dancing ordinario, por dejar salir de paseo a la cabaretera que vive en mí. Esa que se nutre de alcohol, y la idea fija que es lejos la mina más rica y calentona del mundo. Ahí como que me viene esto de bailar en calzones, con sostén puto y bota más puta aún… Donde no basta con conocer a alguien en un bar, besarse y cada uno seguir con lo suyo. Mi obsesión es más compleja que eso. Necesito sentir el ritual del cortejo, que me llamen, que me busquen, que me coqueteen. Necesito coquetear yo también, mirar, buscar. Ese juego excitante de dudas que tiene su final perfecto en un beso. Ahí ya sabemos lo que pasa. Nos gustamos… donde El sexo pasa a ser una promesa que a veces se cumple y a veces no.
Aunque el sexo sea bueno o malo, lo natural en mí, es que me vaya a mi casa, sin dejar el número de teléfono, sin hacer grandes ni pesadas declaraciones. Como siempre lo hago: huyendo
Creo mi padre me marcó y su medida sigue siendo la que aplico a cada uno de los hombres que conozco. Lo terrible es que hasta el momento, mi padre les ha ganado a todos. Y les ha ganado por lejos
Es cierto que por caliente a veces ando barata, pero recobro la memoria y me acuerdo que quien se come la presa soy yo, por lo que una chica como yo no va aguantar que un imbécil pueda andar conmigo y con otra mujer a la vez… No me lo merezco
Por lo que al igual que las minas de las cavernas que dejaban al tipo que no era capaz de cazar un mamut, porque no les daba seguridad yo cuando no me proyecto con un hombre empiezo rápidamente a buscar alternativas, lo que me lleva a seguir recolectando frutos, mientras llega el hombre que caze el mamut mas grande para mi…

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