Ya sé convirtió en algo de todas
las semanas, hasta que en junio me fui de vacaciones, bastó que me
desapareciera sólo 2 semanas para que tuviera llamadas perdidas, correos electrónicos
y más llamadas, preguntando cuando volvía. Llegué un viernes y el lunes ya
estaba metido aquí en mi casa, en mi cama, para querer verme también el martes…
Ahora estoy desaparecida de nuevo pero esto es porque no tengo tiempo y además
creo que es bueno empezar a hacernos la idea de terminar con esto.
Me
cuesta tomar esta distancia, porque me gusta dejarme llevar, saciarme de su
piel, tocar lo que hoy, aquí y ahora me pertenece, calentarlo mucho a sabiendas
de que mañana no existe en nuestro diccionario, entregarme a pesar de tengamos
la fecha de caducidad tatuada en la mirada. Cada beso que le doy, cada roce de
mi piel, cada gemido de mi garganta puedes estar seguro de que es único, es
del, y sólo para él. Porque mañana seguiré mi camino y quizás nos volvamos a
juntar o quizás yo encuentre el amor en el próximo camino al trabajo, pero
vivamos el ahora, lo que tenemos al alcance de la mano, olvidémonos de qué
vendrá, porque ahora mismo sólo existe lo que estamos viviendo que es exquisito…
Hasta aquí ignoraba que
una violenta tempestad, un huracán con
otro nombre, estaba por azotarme.
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