Llego el día, cumplí 30 y recuerdo que cuando era niña las chicas de 30 para mí eran mujeres mayores, señoras, pero en mi me doy cuenta que no hay cambios. Yo me siento veinteañera total, pero no lo soy.
Hablaba y ponía esa edad de referencia porque me parecía o me sonaba a que los 30 estaban aún muy lejos y que a esa edad yo ya habría sentado cabeza. Pero nada más lejos de la realidad, aunque este esa voz interna: la que escuchamos a diario, vivimos con ella y hemos aprendido a quererla. Esa voz interna es la adultez, sinónimo de realismo y resignación que a veces uno se niega a escuchar.
Y si un día decidí que personas ya no debía estar en mi vida fue por un gran conjunto de motivos de peso, potentes. Y esos motivos nunca se los llevó el viento, ni siquiera las palabras, es triste pero es así, tú no has aprendido de los errores y yo no he podido perdonarte.
También le agradezco a mi amante el volver a Chile en el momento en que me sentí más vulnerable y triste, el hecho de pasar las 12 el día de mi cumpleaños con el me gusto, fue uno de mis mejores regalos… Es que el me gusta mucho, me gustas porque me hace reír de verdad y como nadie, como nunca. Me gusta porque le gustó el juego de conversar horas por msn, me gusta porque a cada una de sus miradas, le seguía cada uno de mis besos, me gusta porque a su lado hacía más calor, y al mismo tiempo, sentía escalofríos con la yema de sus dedos entre mi oreja y mi cuello. Me gusta porque me haces feliz con muy poco. Me gusta porque lo deseaba durante muchos años y sin importar la distancia hacías despertar todos esos sentimientos. Me gusta sentir cuando estamos juntos su respiración suave y latente. Me gusta porque no puedo remediarlo.
Celebro estar viva, rodearme de gente especial, andando y viendo, buscando el equilibrio... Libre, pero cauta, aun tengo muchos sueños por cumplir y que están en camino de realizarse, aunque deberán transcurrir algunos años más para eso… Pero como dije en una ocasión, esta vez estaré sin apuro.
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