martes, 17 de mayo de 2011

Cicatrices

Paso por Providencia y se me vienen tantos recuerdos, de las salidas del trabajo, comiéndonos a besos. Miles de historias en tan pocas calles.

El mes de Septiembre, una tarde triste, una despedida, una ruptura, una decisión correcta pero que no por ello duele menos. El fin de algo precioso. El comienzo de una época rara.
No suelo ser una persona melancólica. No me gusta estar triste.
Y prefiero siempre mirar hacia delante y no hacia atrás.

Las decisiones tomadas fueron las que en su momento me parecieron las correctas.
Recrearse en fantasear con la situación si la decisión hubiera sido otra es soñar, perder el contacto con la realidad, dejar que la vida te pase por al lado mientras tú pierdes el tiempo en fantasías.

Cada ruptura, cada fracaso, cada paso en falso deja su pequeña cicatriz tras la herida.
Unos las cubren con vendas que se ven a primera vista. Buscan consuelo en los demás.
Otros dejan que se infecten. Hasta que derivan en otro problema peor.
Y yo la curo pero la guardo bajo la ropa. Sólo la ven algunos.
Mostrar debilidad suele hacerte en general más débil y más vulnerable y ese no es mi estilo.

Tengo una cicatriz antigua. De hecho ya ni se marca en la piel.
Poco me acuerdo de ella aunque fue una de las cicatrices que más dolió.

Pero hoy, en casa, sucedido algo. Una noticia que gatillo en mi memoria y me ha jugado una mala pasada, ha hecho una de esas asociaciones de recuerdos que te joden.
Y me he acordado de él, de cuando aún éramos super felices, de cuando todo iba bien.
Podría mentir, decir que ha durado un momento. Pero a mí misma no puedo mentirme,por que dolió y sentí que la cicatriz se ha abierto, ha sangrado de nuevo...

Pero al hacer mi balance no me puedo quejar.
En estos meses han pasado miles de cosas, diría que cada segundo lo he vivido con intensidad.
Ha habido momentos en los que la felicidad me ha invadido de tal manera que podía haber explotado. He reído, he gemido, he disfrutado, he sido feliz, me he sentido querida, dichosa, especial, halagada. He sentido, he saboreado, le he sacado jugo a la vida.

A veces he tropezado. Pero no he llegado a caer. Dicen que quien tropieza y no cae, adelanta camino.
Ha habido bajones, decepciones, traiciones, puñaladas, desengaños pero ¿quién no los tiene?. Eso hace más fuerte y ayuda a separar el trigo de la paja.

Sobre todo agradezco a un montón de personas que me hacen el día a día más fácil, más ameno, más feliz, más llevadero.
A buenos amigos, a conocidos virtuales, a romances pasajeros o a compañeros de cama. A los que me arrancan una sonrisa, a los que me abrazan aunque sea de lejos cuando tengo un mal día, a los que siempre están ahí, a los que me han hecho disfrutar, gemir, llorar de ilusión. A los que hacen, en fin, que la vida tenga sentido.

Y espero que ellos puedan decir que reciben de mí tanto como yo de ellos.

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