domingo, 30 de diciembre de 2007

Por: Diego Hardaway

Mi decálogo, Carolina


Te voy a enumerar algunas cosas que a los hombres nos gustan en la cama. Y otras que no nos agradan para nada.
1.- No sé si lo sabías, pero en un beso sexy es casi imposible sentir la lengua de una mujer por más de unas milésimas de segundos y en forma intermitente. Parece que están acostumbradas a recibir la nuestra y se han puesto muy flojas. Por favor, no escondan la lengua. Úsenla cuando den besos para que podamos agarrarla con los labios y sentirla, morderla, chuparla. De verdad, nos fascina. Y es un bien escaso.
2.- No tiendan a juntar las rodillas, casi por reflejo, cuando notan que empezamos a desplazar nuestra boca hacia el ombligo, como intuyendo que se aproxima una sesión de sexo oral. Nos hace sentir violadores y nos confunde.
3.- Please, dejen que les toquemos el culito con un dedo mientras estamos tirando. Es rico. En serio.
4.- ¿Quieren darnos un regalo? Un masaje con crema sería perfecto. Pero con algunas condiciones: primero la espalda, sin erotismo alguno. Luego, se ponen crema en las pechugas y con ellas nos masajean los pies. Posteriormente, y mientras uno sigue de guata, se suben y nos permiten sentir su sexo sobre la espalda. Después nos dan vuelta, nos obligan a cerrar los ojos, y empieza el masaje en las piernas, pectorales, testículos y, finalmente, nos masturban con suavidad. Este punto es importante, porque si a la crema se le suma un roce demasiado fuerte, el resultado puede ser un aparato inflamado. Y no es chiste.
5.- Griten, digan muchas vulgaridades, rasguñen, péguennos en pleno orgasmo, pongan los ojos en blanco, sufran de placer, digan cosas como “soy tu puta, tu perra, tu yegua, tu zorra”, clávennos las uñas y, especialmente, atrévanse a decir “qué rico que me culeas”. Esa palabra es mágica. Nos calienta, nos hace sentir poderosos, fálicos, reyes, ganadores. El término más prohibido en la mesa es el más alucinante en la cama.
6.- Si observan el punto uno, se darán cuenta de que para llegar a un orgasmo en la boca hay que haber recibido una exquisita felación. Punto fundamental: los dientes no están invitados. Cualquier contacto con ellos no sirve, al revés, desconcentra. La fórmula es mucho labio, harta lengua y una mano que acompaña con sincronía y sin apretar demasiado.
7.- Un gran afrodisíaco es la poca ansiedad, el cero apuro, la nula demanda. En cambio, no hay nada menos motivador que frases como “¿qué te pasa que no llegas?”, “dime ¿qué quieres que te haga para que te puedas venir?”, “estás súper duro esta noche, algo te pasa”, “parece que ya no te excito” o “dale, dale, que tenemos entradas para el cine”.
8.- Hay una gran razón por la que un hombre no puede dormir abrazado a una mujer si recién tuvieron sexo. Se trata del calor que genera el cuerpo de ellas. Se parece a una estufa, y cuando se une a la piel todavía húmeda y a las palpitaciones aún intensas de su pareja, el efecto es lo más parecido al verano en Buenos Aires: sofocante.
9.- Y por último, y esto es sagrado, mítico y simplemente epifánico: que se traguen nuestro semen. Nos puede enamorar, hacer llorar, agradecerle de rodillas al de arriba y darle sentido a la existencia.
Sería todo por hoy, Carolina querida. Espero que hayas tomado nota
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